martes, 25 de junio de 2013

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C (14-07-13)


I.       RITO DE ENTRADA

¡Cuántas veces oímos en nuestras celebraciones referencias a la Palabra de Dios! Ya casi, esta expresión no nos dice nada.  

Este domingo quince del tiempo ordinario, los textos bíblicos hablan de la Palabra de Dios: sus mandamientos, sus preceptos, su propuesta, remarcando la importancia no sólo de escucharla sino de ponerla en práctica. El mensaje queda ilustrado hoy, con la parábola del buen samaritano.  

1.     Antífona de entrada.                                                         Sal 16, 15                   
Yo, con mi apelación, vengo a tu presencia y al despertar me saciaré de tu semblante.

2.     Acto penitencial
ü  Tú que siembras en nosotros la buena semilla. Señor, ten piedad.
ü  Tú que eres paciente y misericordioso con todos. Cristo, ten piedad.
ü  Tú que separas la cizaña del trigo. Señor, ten piedad.

3.     Gloria: Después de reconciliarnos con Dios y nuestros hermanos, alabemos con alegría a Dios padre, Hijo y Espíritu Santo, entonando el himno del gloria.

4.     Oración colecta
Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor Jesucristo.

II.     LITURGIA DE LA PALABRA

&  5. 1ra. lectura: del libro del Deuteronomio 30, 10-14
“Moisés habló al pueblo, diciendo: “Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandamientos, lo que está escrito en el libro de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te prescribo hoy no es superior a tus fuerzas, ni inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: “¿Quién de nosotros subirá al cielo para traerlo y nos lo enseñara, para que lo cumplamos?”; ni está más allá del mar, para que digas: “¿Quién de nosotros cruzará el mar para traerlo y nos lo enseñara, para que lo cumplamos?” Pues, la palabra está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Para que la cumplas”. Palabra de Dios. R. Te  alabamos, Señor.

&  6. Salmo responsorial: 68
R. “Humildes, busquen al Señor, y revivirá su corazón.”
·      Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí”. / R.
·      Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. / R.
·      Mírenlo, los humildes, y alégrense, busquen al Señor, y revivirá su corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. / R.
·       El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. / R.

&  7. 2da. Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15-20
“Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: las del cielo y las de la tierra, visibles e invisibles, tronos, dominaciones, principados, potestades; todo fue creado por él. Él es también la cabeza del cuerpo: es decir, de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, restableciendo la paz con su sangre derramada en la cruz”. Palabra de Dios. R. te alabamos, Señor.

8. Aclamación antes del Evangelio: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna”.

&  9. Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25-37
“En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” Él le dijo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella? Él contestó: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”. Él le dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida eterna”. Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo asaltaron, lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, se desvió y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo se desvió y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, sintió compasión, se le acercó, le vendó las heridas, después de habérselas limpiado con aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al encargado, le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” Él contestó: “El que practicó la misericordia con él”. Jesús le dijo: “Vete, y haz tú lo mismo”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
                                                                     
10. Profesión de fe: CREDO NICENO - CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación  bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos  y la vida del mundo futuro. Amén.

11. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “Padre misericordioso, conviértenos a tu amor”.  
v Por la Iglesia; para que siga siendo en el mundo el signo del amor gratuito y universal que Dios Padre ofrece a sus hijos. Roguemos al Señor.
v Por los que se sienten cansados y agobiados, ignorados y discriminados; para que encontrando la acogida y el respeto acrecienten la confianza en sí mismos. Roguemos al Señor.
v Por los jóvenes que comparten su tiempo, sirviendo en la sociedad; para que según las enseñanzas de Jesús Maestro, no se cansen de ser generosos como lo sugiere la caridad de Cristo. Roguemos al Señor.
v Por los que lesionan los derechos de los demás; para que reconozcan en el más pequeño y débil la imagen de Dios. Roguemos al Señor.
v Por nosotros aquí reunidos como comunidad parroquial; para que alimentados por la palabra de Dios nos comprometamos cada vez más, en practicar las obras de misericordia. Roguemos al Señor.

III.    LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

12. Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, los dones de tu Iglesia en oración, y concede a quienes van a recibirlos, crecer continuamente en santidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

13. Antífona de comunión.                                                                         Jn 6, 57
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él –dice el Señor.  

14. Oración después de la comunión.

Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Señor, que cuantas veces celebramos este sacramento se acreciente en nosotros el fruto de la salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

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